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OCCITENTE 2003-05

Retrato Simple de un Apartamento de Verano

Retrato Simple de una Vivienda Urbana

Este es Un Proyecto de Alto Contenido Simbólico

Retrato Simple de un Apartamento de Verano

Retrato Simple de una Vivienda Urbana

Este es Un Proyecto de Alto Contenido Simbólico

OCCITENTE (2003/05)

Pintura de mediano y gran formato.
Acrílico y lápices de color sobre tabla.

Presentado en:

Dead at home, 2015.
ARTE SANTANDER, XVI, 2006.
Galería MCO, Oporto, 2006.
ARCO’06. Stand del Ministerio de Cultura, 2006.
Galería MUELLE 27, Madrid, 2005.
Sala Parpalló, MuVIM de Valencia, 2005.
Cité Internationale Universitaire de París, 2005.
‘Una realidad otra’, capilla Fonseca y Ciudadela de Pamplona, 2005.
Fundación Laboral de la Construcción del Principado de Asturias, 2004.
Galería Paloma Pájaro, Salamanca, 2001.

Introducción

El rostro humano es una fuerza vacía… A veces he traído, junto a las caras humanas, a objetos, árboles y animales, porque no estoy seguro todavía de hasta dónde llegan los límites del cuerpo y del yo humano.

Antonin Artaud, El rostro humano.

Gran parte de la energía consumida en los últimos cinco años (2000-2005), la he destinado a resolver el conflicto interno entre los aspectos formales y semánticos de la imagen protagonista en el proyecto «OCCITENTE», una tarea lenta que ha dado lugar a la apertura de líneas de experimentación simultáneas aunque de desigual resultado. Por un lado aparecen las series pictóricas: «Retrato Simple de una Vivienda Urbana (RSVU)», «Retrato Simple de un Apartamento de Verano (RSAV)» y «EUPACS año X». Una segunda línea de investigación da como resultado dos series fotográficas: «Retrato Simple de los animales» y «Diego sobrevive en Occitente».

Un depósito de cerca de 2000 fotografías ha servido como base documental durante todo el proceso, cada una de ellas recogida en el contexto y singularidad de un determinado paisaje: zonas turísticas del Levante español, parques financieros de grandes ciudades, fábricas de pequeñas empresas castellanas, instantáneas de la arquitectura en capitales de provincias, escenarios caseros en los que se desarrollan brindis de Noche Vieja, bodas ficticias, conversaciones apasionadas, etc.

Génesis y poética

Los primeros «OCCITENTES» surgieron en Gandia (Valencia), durante el verano de 2001 como experimentos formales en oposición al tratamiento expresionista de toda mi producción anterior, incluidas las «CIUDADES/NUDO«, serie muy comprimida que surgió durante mi primera estancia en Francia (1999-2000). El diseño urbano de Saint-Etienne (Francia) se corresponde con el de una ciudad de corte postindustrial dramáticamente marcada por el fenómeno de la inmigración y organizada socialmente a través de guetos exclusivos. En esas circunstancias ocurre «CIUDAD-NUDO«, una serie que nace de la escasez de recursos y cuya estética gira en torno al assemblage y a la aparente anarquía de los materiales. Podemos decir, por tanto, que «OCCITENTE» es la serie que está en las antípodas de «CIUDAD/NUDO«. En ambos proyectos —”CIUDAD/NUDO” y “OCCITENTE”—, se otorgó una dimensión metafórica al uso de la arquitectura y del resto de mobiliario urbano para hablar del rastro de lo humano, del vestigio que lo humano deja a su paso. El estudio no se centraba en el individuo en sí mismo, sino en el paisaje que él mismo se construye y del que se rodea: personas, obras, cosas, recuerdos, animales, etc. Hablo del paisaje, por tanto, en un sentido psicológico. Leo en los textos que escribí en aquellos años: “CIUDAD/NUDO junto a OCCITENTE año X, tratan de expresar la dualidad connatural al ser humano, el conflicto permanente al que está condenada la razón frente al instinto, la naturaleza frente a la cultura y la educación. Por un lado aparece la saturación de estímulos de CIUDAD/NUDO, donde la atmósfera queda prácticamente anulada frente al despotismo de la materia que la construye. Por otro lado está OCCITENTE año X, que expresa la asepsia formal, la contención, el orden frente a la complejidad: ninguno de estos paisajes parecen mundos habitables, su belleza es inmensa pero siniestra”.

Algunos años más tarde me di cuenta de que estos dos proyectos, que se sitúan en la génesis de toda mi producción, trataban de expresar tímidamente lo que Nietzsche vislumbró en “El nacimiento de la tragedia”, a saber, que lo apolíneo era a OCCITENTE año X, lo queCIUDAD/NUDO era a lo dionisíacoAmbas pulsiones eran, según Nietzsche, naturales y tan diferentes entre sí que semejaban la “dualidad de los sexos, discordantes y en lucha, pero apelándose constantemente”. Así, lo apolíneo se revelaría en lo armonioso, lo mesurado, lo racional y lo claro cartesiano, mientras que lo dionisíaco se expresaría en la intoxicación, en lo instintivo, lo amenazante, lo disolvente y lo exaltado.  Lo apolíneo, sin embargo, solo sería deseable en la medida que se dejara tocar por lo dionisíaco y a la inversa. Por su cuenta Freud advirtió que la sociedad que cancelara cualquiera de estos dos polos sería una sociedad enferma, esquizofrénica, puesto que “siempre es necesario extraer cierta cantidad de energía libidinosa del individuo para que exista un ámbito sociocultural. Del mismo modo, una sociedad que ocultara toda esa energía crearía un mundo de autómatas”.

Desarrollo histórico del proyecto «OCCITENTE»

El proyecto «OCCITENTE» puede desglosarse, grosso modo, en tres fases o momentos.

Fase de experimentación formal, 2001-2002: «OCCITENTE» surge tras pasar un verano en Gandia-Platja con la cámara digital colgada al hombro: cientos de mamotretos de cemento multicolor esparcidos regularmente en primera, segunda, decimoquinta línea de playa. Turistas y la luz del mediodía marcando con su certero hachazo cada borde de sombra en cada mínima cosa. «OCCITENTE» primero me sedujo por la intensidad de su plástica. Esta primera fase fue fundamental para el desarrollo de los aspectos formales de la serie: análisis y experimentaciones con los materiales, los soportes y las herramientas; ejercicio y refinamiento de la técnica; búsqueda de soluciones compositivas y de montaje económicas y eficaces (el políptico); asimilación de la imagen ideada y de su estética, etc.

Esta primera fase dio lugar a los retratos pictóricos de arquitecturas y a la serie fotográfica «Diego Sobrevive en Occitente».

Fase de construcción de significados 2003: «OCCITENTE» tomó como objeto de estudio la relación que el individuo moderno mantiene con su entorno en su rol de consumidor de espacios de ocio.

Paisajes urbanos o rurales, ámbitos comerciales o dedicados a la promoción cultural, apartamentos de verano y otras reservas territoriales para nuestro tiempo de ocio. Todos estos entornos me interesan por su permeabilidad y capacidad para dar respuesta o no a las necesidades más o menos inmediatas del individuo o grupo de individuos que los habitan. El símbolo surgió al otorgar una función histórica a la arquitectura, la de ser el rastro humano más perdurable en el sentido en que lo son los monumentos megalíticos o la arquitectura del Antiguo Egipto, que permanece activa a pesar de no cumplir la función para la que originariamente fue concebida. Estos monumentos de la memoria han replanteado su función convirtiéndose en iconos de la cultura del ocio occidental, objetos de veneración para el turista.

En esta sociedad nuestra que rinde culto al tiempo libre y al espectáculo resulta muy tentador realizar el proceso inverso, esto es, investir de trascendencia a nuestra arquitectura de consumo —apartamentos de verano o monumentos históricos—, para rizar el rizo y convertirlas en venerables ruinas del futuro. El efecto bucle concluye al posibilitar, a través del arte, un consumo específicamente contemplativo de nuestros más prosaicos espacios de ocio, es decir, al sublimarlos a través de la pintura.

La serie «Retrato Simple de un Apartamento de Verano» se compone de dípticos de tamaño medio en los que se incorpora la figura humano como elemento perturbador: chicas en actitud de playa y piscina aparecen aisladas de su contexto natural y recortadas sobre fondo blanco. Gracias al montaje en díptico, la imagen de las chicas se une a la de retratos extremadamente sintéticos de apartamentos de playa.

Fase de complejidad, 2004: La última fase de desarrollo de los elementos semánticos y formales del proyecto «OCCITENTE» dio lugar a la serie «EUPACS año X» («Este es Un Proyecto de Alto Contenido Simbólico año X»). Estas piezas asumen definitivamente la incorporación de las figuras animal y vegetal como elementos constructivos plenos de significado, pero de alguna manera su irrupción resulta violenta e intervenida por algún rasgo esquizoide que desestabiliza la lógica de la escena. En esta fase de los «EUPACS año X», rayana peligrosamente en los efectismos característicos de las etapas del acabamiento, todo se complica y excede.

La preparación de esta serie supuso minuciosas falsedades y trucos —por ejemplo, la manipulación intencionada de las variables espacio-tiempo—, con el fin de construir una imagen visual desconcertante cuyo sentido último pudiera entenderse como una especulación continua acerca de la identidad de lo humano, de lo animal, de lo inanimado.

El desarrollo de la acción de los «EUPACS año X» se presenta en formato plano-secuencia. Este concepto, aunque extraído del cine, es reinterpretado aquí en un sentido más vinculado con el cómic y la fotografía secuencial. El aislamiento del fotograma contribuye a crear un movimiento conceptual, relacionado más con los procesos intelectuales que con los meramente visuales. En los «EUPACS año X» un mismo escenario y tres desconcertantes instantáneas rompen con la tradicional lectura lineal de las variables espacio-tiempo.

La base documental de este plano-secuencia es la fotografía digital. Esta imagen fotográfica es el germen del que surgen los «delirios pictóricos» o las «realidades de ficción» presentes en cada una de las piezas del políptico o plano-secuencia.

La manera en que una instantánea fotográfica se convierte en una «realidad de ficción» depende de un ejercicio de manipulación de los elementos retóricos y su objetivo es activar el enrarecimiento progresivo de la imagen. Los recursos estilísticos son múltiples y parten de un cambio fundamental de soporte (de la fotografía a la pintura): simplificación de la forma, despojamiento del dato circunstancial, modificación del ritmo y el encuadre, deformación de las proporciones, supradefinición de aquellos objetos que lo precisen y, sobre todo, acoplamiento de los elementos foráneos (por ejemplo, imágenes de perros extraidas de internet).

También era previsible que en esa búsqueda del rastro de lo humano aparecieran los animales como símbolos —objetos de representación de lo humano—, posibilitando así el acceso a una lectura matizada y sin duda más ambigua e inquietante, puesto que plantearse la animalidad humana nos sitúa en esa región fronteriza más allá del lenguaje y la razón: «Aquí surge el existencialismo, donde no existe trascendencia ni sentido, donde el pensamiento carece de valor, y la vida y la muerte adquieren la dimensión desasosegante del absurdo y la inutilidad». La historia está llena de referentes artísticos en este sentido, basta recordar al Gregorio Samsa de Kafka, al buey desollado de Rembrandt, las sobrecogedoras escenas pictóricas del hombre del Paleolítico, los mordaces retratos de perros de William Wegman, sin olvidar las tendencias taxidermistas de muchos artistas contemporáneos o los polémicos presupuestos del arte transgénico.

OTROS INTERESES

El análisis de las posibilidades de armonización entre formas y contenidos opuestos: A través de la mecánica del arte. Entrarán en juego varias parejas de opuestos históricos, término que utilizo para referirme a las parejas de opuestos que el ser humano ha creado a lo largo de la historia a través de las relaciones de resistencia, yuxtaposición o dominación que se establecen permanentemente entre distintos sistemas de valores: tradición-modernidad, globalizado-localizado, arte-artesanía, bonito-feo, pintura-fotografía, expresionismo-racionalismo etc. Me interesa el análisis del prejuicio y de la forma en que aceptamos la definición de los conceptos y me interesa, sobre todo, exportar esta reflexión al mundo de la producción artística contemporánea, parcela vital de nuestras sociedades que no escapa al imperio de los tópicos y el tabú.

El trampantojo de la realidad virtual: Me interesa mucho no renunciar a los modos de producción artesanales para hablar, paradójicamente, de imágenes o apariencias propias de los medios de producción digitales, masivos e inmediatos.

El empleo de una estética cercana al diseño y la publicidad: A causa de ese imperativo conceptual, el proyecto OCCITENTE año X debía emplear una estética cercana al diseño y la publicidad. Yo llamé a aquella exigencia expresiva el trampantojo de la realidad virtual. Me interesaba mucho no renunciar a los modos de producción artesanales para hablar, paradójicamente, de imágenes o apariencias propias de los medios de producción digitales, masivos e inmediatos. Aquellos cuadros podían explicarse, en ese sentido, como una especie de trompe-l’oeil de la realidad informatizada, es decir, como imágenes de apariencia Photoshop, radicalmente despersonalizadas, pero realizadas a la manera tradicional gracias al empleo de pinceles, lápices, tabla e infinitas horas de trabajo en el taller.

El interés por la capacidad de evocación de las imágenes y por la estética de lo ambiguo: Todos mis trabajos portan desde su concepción un sentido de mensaje, de comunicación, pero una de mis mayores preocupaciones al concebir una serie de imágenes es la de revestirlas de un determinado grado de ambigüedad para que esa comunicatividad de la imagen no conduzca a un mensaje plenamente decodificado, ni a una lectura inmediata ni mucho menos unilateral.

El valor del montaje: Me interesa su capacidad para introducir al espectador en determinados estados emocionales e intelectuales. La posibilidad de secuenciar la imagen y de organizar espacialmente los módulos, así como su lectura, enriquece la composición y facilita la multidisciplinaridad, así como la construcción de significados a partir de la asociación de impresiones visuales, sonoras, táctiles, etc.

En ese sentido, el políptico se revela como una herramienta de montaje y composición. El hecho de que cada obra esté compuesta por varios módulos y que éstos precisen de un montaje para su visualización —un montaje arbitrario y, por tanto, reordenable según la circunstancia, sin principio ni fin—, otorga a la imagen una dimensión de objeto que tiene que ver más con el concepto de instalación que con el de pintura en su lectura más convencional —imagen inscrita en un marco—. Este carácter objetual de la imagen me ha inclinado hacia campos de investigación más amplios en un deseo de incorporar elementos nuevos que fortalezcan la elocuencia de la imagen. Este paso es definitivo para potenciar el sentido de juego y de interacción entre los objetos, incluidos los espectadores.

Montaje