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Pray Time 2014

Pray Time

Pintura de pequeño y mediano formato.
Acrílico y lápices de color sobre tabla.
Montaje en caja de aluminio negro con cristal + escapularios.

Presentado en:

Sede de las Cortes de Castilla y León, 2017.
Dead at home, 2016.
Galería La Gran, Valladolid, 2016.
Galería Adora Calvo, Salamanca, 2015.

Lo que dijo Bob Esponja

Yo perdí algo una vez. Algo sin lo que no podía vivir. Mi identidad.

Identidad perdida es el título del capítulo 58 de la famosa serie de dibujos animados. La historia comienza con esta melodramática declaración del protagonista y un delirante relato a modo de flash back donde Bob Esponja explica cómo un día perdió su identidad y cómo consiguió recuperarla. Alguien poco avisado esperaría, sin duda, la descripción de un patético drama pero estamos hablando del maravilloso mundo irrompible de Bikini Bottom, la ciudad submarina donde vive Bob Esponja. Amén de la implacable frescura de sus guiones y de su psicodélica plástica, los guionistas de la serie construyen muchos de sus argumentos a partir de divertidos equívocos, tales como asignar a una chapa metálica la complejísima magnitud del Yo.

Lo que Bob Esponja ha perdido es la tarjeta de identificación que utiliza en el trabajo —es cocinero en el Crustáceo Crujiente—, y sufre un fortísimo ataque de angustia existencial cuando imagina que su chapa ha caído en manos de un malhechor y que éste se dedica a cometer tropelías en su nombre. Nos encontraríamos, sin duda, ante un aparatoso y desorbitado caso de usurpación de identidad, una situación sólo concebible en un mundo igual de aparatoso y disparatado.

El proyecto «Pray Time» aborda, asimismo, la problemática de la identidad: ¿Es real o ficticia? ¿Qué es lo que la define? ¿Cuáles son sus límites? ¿Es posible aprehender, específica e inequívocamente, la identidad del individuo, de tu pareja, por ejemplo? ¿Es posible ir más allá de la experiencia subjetiva y defender la independencia del otro? En resumidas cuentas, ¿es posible constituir el otro ajeno? Y por último, ¿tendría algún sentido querer conseguirlo? Sospecho que no. Dicha así, en toda su anchura, parece una tarea neurotizante, un incordio, además de una manera algo esquizofrénica de experimentar las relaciones con los demás. Lo que sí resulta altamente motivador es el ejercicio de aproximación a estas realidades profundas del otro.

La cuestión sobre la identidad personal hace precisiones dependiendo de la disciplina desde la que se enuncie. Puede analizarse a partir de métodos de autentificación biométrica, tales como el escaneo de retina o el estudio grafológico de la firma, o puede examinarse desde disciplinas de orientación biológica, tales como la psicobiología, la neurobiología o la neuropsicología. Asimismo, los cuestionamientos de valor acerca de los conceptos de conciencia, ser, cognición o alma han atravesado la Historia humana a través de disciplinas de corte mitológico, teológico, psicológico y filosófico, haciendo en este caso distinción entre las perspectivas de tipo espiritualista y las materialistas.

Lo que a nosotros nos interesa resaltar es el hecho de que generar un determinado estado empático a través del retrato de los cuerpos siempre resultará un ejercicio parcial e incompleto, pues permanentemente encontraremos en el otro un sentido de irreductibilidad que se resistirá a la apropiación de su experiencia y objetividad. Por otro lado, la realidad de la otra persona aparecerá invariablemente filtrada por la experiencia del observador y de sus propias motivaciones emocionales. El proyecto “Pray Time” puede entenderse, por tanto, como una especulación en torno a los límites de la identidad personal, propia y ajena. Para ello asigna a cada uno de los cuerpos de los retratados, partes de cuerpos de animales no humanos. La principal función de estas extensiones orgánicas es la de amplificar, ajustar o revelar parte del complejo entramado psicofísico que suele quedar oculto a la percepción instantánea que tenemos de los demás y de nosotros mismos. Dicha construcción de identidades sólo es posible a través de un ejercicio imitativo intersubjetivo, donde el observador proyecta sobre el retratado parte de sus propias motivaciones emocionales, desactivando, en cierto sentido, la idea comúnmente aceptada, de que existe algo parecido a un autoconocimiento o una autoconciencia.

 

Montaje